¿Qué es un peeling químico y para qué sirve?

Se trata de una técnica en la cual se aplica sobre la piel una sustancia (solución, crema o pasta) que realizará una eliminación de las capas más externas de la piel –exfoliación–. Este fenómeno produce una renovación de la parte externa de la piel y puede aumentar la síntesis de colágeno de sus estratos intermedios (dermis): el objetivo es mejorar el aspecto de la piel minimizando imperfecciones como manchas (lentigos), espinillas (comedones) o poros abiertos y arrugas finas. Si el peeling es profundo permite reducir la flaccidez cutánea y eliminar arrugas y surcos profundos.

¿Cómo se realiza un peeling químico?

En primer lugar hay que realizar una preparación de la piel durante dos semanas antes del peeling en sí, aplicando un preparado sobre la zona a tratar que contenga principios activos que potencien la acción del peeling: ácido salicílico, ácido glicólico y/o tretinoína, entre otros. La preparación previa permitirá que el peeling penetre uniformemente, aumentando su efectividad y el rendimiento del procedimiento.
Una vez efectuada la preparación, los peelings químicos superficiales o medios se realizarán en consulta por el dermatólogo. Inicialmente debe limpiarse la piel con una solución específica para eliminar el exceso de sebo y los detritus de la superficie cutánea. Acto seguido se aplica el peeling propiamente: en función del tipo se empleará una u otra sustancia. Aunque cada uno de los principios activos debe aplicarse con una técnica concreta, en general se van depositando repetitivamente sobre la piel con un pincel, torundas o gasas. A lo largo de este proceso, el paciente experimenta una sensación de escozor creciente (variable según el tipo de peeling), que desaparecerá una vez el dermatólogo neutralice la sustancia aplicada para finalizar el acto. El escozor experimentado es perfectamente tolerado la gran mayoría de veces y en general sólo dura unos segundos o minutos.
La finalización del peeling incluye la limpieza del área tratada y la posterior aplicación de un preparado calmante y/o regenerador.
Los peelings profundos, que en la actualidad se efectúan raramente y no serán comentados en este post, deben hacerse en un quirófano bajo anestesia general. El principal de los peelings profundos es el de fenol o el de ácido tricloroacético a muy alta concentración.

¿Qué tipos de peelings químicos existen?

En función de la profundidad de acción se eliminarán sólo una parte o la totalidad del estrato cutáneo más exterior (epidermis), parte del estrato intermedio (hasta la dermis papilar) o la totalidad del mismo (hasta la dermis reticular). Los peelings que sólo eliminan la epidermis se denominan superficiales; los segundos, medios y los terceros profundos.

¿Qué tipo de peeling químico es el ideal?

Cuanto más profundo es un peeling, más acción tiene y mejores son los resultados estéticos, aunque también son más frecuentes los efectos adversos potenciales y se alarga el periodo de recuperación tras su realización.
Los peelings superficiales realizados con ácido glicólico y/o pirúvico están indicados para el tratamiento del envejecimiento leve de la piel, para los lentigos (manchas solares), el acné y sus cicatrices, el melasma, los comedones (espinillas) y los poros abiertos, y como prevención del cáncer cutáneo en zonas donde existan queratosis actínicas como consecuencia de la radiación solar acumulada (por ejemplo en el cuero cabelludo de varones alopécicos).
El peeling superficial de ácido salicílico es especialmente efectivo para el exceso de sebo, el acné activo y en combinación con el láser fraccionado no ablativo para el tratamiento de las cicatrices de acné.
Los peelings intermedios con ácido tricloroacético resultan muy útiles para el envejecimiento moderado o intenso de la piel, y para las cicatrices de acné profundas (“en picahielos”).
Los peelings profundos de fenol se emplearán sólo para objetivos muy ambiciosos en cuanto a envejecimiento cutáneo o cicatrices atróficas. Hay que realizarlos en quirófano, bajo anestesia general y con monitorización cardíaca debido al intenso dolor que ocasiona y a los riesgos del procedimiento.

¿Cuántas sesiones son necesarias?

Cuanto más superficial es un peeling, más sesiones se requieren para conseguir el efecto deseado. Asimismo, cuanto más profundo menos sesiones son necesarias, pero más agresivo es el procedimiento y más tiempo de recuperación posterior requiere.
En cuanto a los peelings superficiales, se recomienda su repetición cada 2-6 semanas hasta conseguir el objetivo deseado, o rutinariamente cada 1-2 meses como prevención del envejecimiento de la piel.
Un peeling único, a menos que sea profundo o intermedio, produce una mejoría discreta, y se requieren varias sesiones para percibir cambios notables.

¿Cómo queda la piel después de hacer el peeling?

En los peelings superficiales normalmente no se presenta ninguna complicación y sólo se aprecian una descamación y/o rojez mínimas que son imperceptibles con la aplicación de una crema hidratante o maquillaje. Por este motivo son los que se practican habitualmente y los que aportan mayor satisfacción al paciente, ya que no implican ningún periodo de baja ni la formación de costras o heridas. Únicamente hay que emplear protección solar de forma habitual y es posible utilizar fórmulas de cremas que alarguen y potencien el efecto del peeling realizado en la consulta de Dermatología.
Los peelings intermedios o profundos provocan una lesión notable en la piel y se forman costras que pueden llegar a ser intensas, además de un dolor no menos perceptible. Obligan, además, a hacer tratamiento oral previo para el herpes simple para evitar una posible infección, y es necesario hacer un periodo de reposo y baja laboral por el aspecto del rostro durante semanas. En la actualidad es raro aplicar este tipo de peelings a menos que la preferencia y expectativas del paciente así lo sugieran.

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